Aquí os dejo la entrevista que me hizo Lucía Martín de Madridiario con motivo del Día Internacional de la Mujer.
El interés por el mundo empresarial de Rosa Allegue (Madrid, 1970) se fraguó cuando era una niña apasionada de la danza que vivía en el barrio de Parque Europa. Con 10 años, participó en la fundación de la compañía Ballet Clásico de Madrid y, después de tres décadas trabajando en el sector de la industria, el consumo-retail y las start-ups, ha sido incluida en la prestigiosa lista ‘Top 100 Mujeres Líderes en España’.
Desde 2002 ejerce como directora de Administración y Finanzas de Skechers USA Iberia, división de la matriz americana que ella misma creó. Mentora, conferenciante y docente, también ha encontrado tiempo para escribir dos libros e impulsar la Asociación Española de Ejecutivas y Consejeras (EJECON), que persigue aumentar la presencia de las mujeres en los puestos de alta dirección. Todo ello, siempre movida por su leitmotiv: “Sin implicación personal, no hay cambio cultural”.
Con motivo del 8M, Rosa comparte su experiencia para animar a otras mujeres a no abandonar sus metas y demostrar la valía del talento femenino.
¿Cuál fue su primer contacto con el emprendimiento?
Fue en la Compañía de Ballet Clásico de Madrid. Un grupo de chicas y chicos de unos 9 o 10 años decidimos montar una compañía de ballet español a principios de los años 80 junto al director y coreógrafo. Éramos muy jovencitos, pero teníamos que hacerlo todo. Los padres nos ayudaban también: uno nos llevaba la contabilidad y una madre que sabía coser se convirtió en la sastra oficial. Aprendimos que cuando empiezas una empresa tienes que ser muy flexible, hacer muchas cosas y aprender de los demás. La ilusión de un nuevo proyecto, de no tener recursos y recibir nuestro primer sueldo fue muy ilusionante, y eso que hablamos de dos duros. Como niños, nos marcó.
¿En su entorno la apoyaron?
Mis padres siempre nos han apoyado y he tenido muchas facilidades. Pero es verdad que, por ejemplo, hacía ballet a la par que estaba en un equipo de baloncesto y estaba mal visto tanto en el ballet que hiciera baloncesto como en el equipo de baloncesto que hiciera ballet. Nunca lo entendí. Se veía absolutamente incompatible, como mundos antagónicos, e incluso tuve que llegar a mentir.
¿Qué la motivó a embarcarse en el mundo empresarial?
Me preparé algunas oposiciones para poder entrar en empresas, porque me lo recomendó mi madre. Con 16 años aprendí mecanografía, taquigrafía y contabilidad y cuando tuve 17 años me llamaron para empezar en Siemens en un programa de formación dual. Ahí es cuando me fui a Alemania para participar en un programa de alta dirección que formaba a los futuros líderes de la compañía. Pasé un proceso de selección bastante estricto, fui número uno de mi promoción y ahí supe que quería dedicarme a las finanzas.
Siendo mujer y extranjera, ¿encuentra una situación favorable en Siemens?
La empresa no estaba muy preparada porque era un programa muy novedoso y yo estuve entre las cinco primeras mujeres que mandaron desde España. En Alemania había muchos programas de formación dual, unos para ser secretaria de dirección y otros para directivos. Yo estaba en el segundo grupo, pero sé que al principio muchos pensaron que iba para el secretariado al verme tan jovencita y extranjera. Hubo malentendidos, pero no me trataron mal.

Rosa Allegue en las oficinas de Skechers Iberia. (Foto: Chema Barroso)
¿Cómo se fragua el interés por lanzar su propia empresa?
Ya en la división de control financiero de Siemens, en los años 90, viví una etapa muy interesante de modernización, con muchos cambios porque llegaron la digitalización y los primeros ordenadores. Después estuve dos años en una start-up española. No la creé yo, pero sí viví en primera persona el mundo del emprendimiento, aunque desde la dirección financiera. Luego abrí Skechers Iberia junto a cuatro personas y otra vez volvieron los sentimientos de que aunque tú no emprendes, porque estás bajo el paraguas de una casa matriz, tienes que hacerlo todo desde cero.
¿Tuvo más trabas por ser mujer?
Al principio era la única directora financiera de Skechers en Europa. En las reuniones con los demás directores financieros a nivel europeo, o incluso mundial, notaba que no había más mujeres, pero luego llegaron las asiáticas y las sudamericanas. En España, a pesar de que tan solo entre el 15 y el 20 por ciento de los directivos somos mujeres, nunca he tenido el sentimiento de discriminación.
«En alta dirección, problemas de conciliación tenemos mujeres y hombres»
Reconoce no haber vivido discriminación, pero ¿ha encontrado situaciones de desigualdad o problemas de conciliación en su círculo cercano?
Problemas de conciliación en posiciones de alta dirección tenemos mujeres y hombres. En ese puesto, ambos tenemos jornadas extenuantes, pero sí veo en otras mujeres, en mis amigas, que se echan todo sobre ellas mismas y es un problema porque intentan llegar a todo y es casi imposible. Es importante encontrar un punto equilibrado en la pareja, porque los dos están agobiados en el trabajo.
En Skechers Iberia no hacemos ninguna labor de conciliación más enfocada a las mujeres, sino al individuo, porque pensamos que los dos géneros deben tener lo mismo. Sí que hemos apostado por apoyar programas que lanzan las instituciones en compromiso con la igualdad de género, como con la firma del convenio ‘Más mujeres, mejores empresas’ o enviando a dos de nuestras directivas al ‘Proyecto Promociona’.
¿Cuál sería la radiografía de la igualdad de género en el sector empresarial en España?
Es importante que tanto para acceder a las empresas como a ayudas, en los procesos de selección haya un jurado que tenga una visión de igualdad de género, lo cual muchas veces pasa porque sea mixto. Cuando solo seleccionan hombres la visión puede estar sesgada. Yo pienso que ‘lo que no puedes cambiar, créalo’, así que he creado mis propias instituciones para cambiar la realidad de que hay pocas mujeres emprendiendo en temas de base tecnológica. Desde EJECON acercamos a la mujer a la ciencia y tenemos programas de mentoring y acuerdos para que las chicas no abandonen estos.
Rosa Allegue y su equipo. (Foto: Chema Barroso)
¿Qué hay detrás de EJECON?
El ‘Proyecto Promociona’ nos caló muy profundamente. Nos dimos cuenta de que en las portadas de los periódicos no hay mujeres empresarias, que hay muy pocas consejeras y que la foto que siempre aparece es la de hombres blancos de unos 50 años. Eso no se corresponde con la realidad social. Entonces decidimos crear EJECON, 110 directivas que nos dijimos: “Vamos a intentar ser agentes de cambio, concienciar a la sociedad y buscar un pool de mujeres referentes”. Hoy somos más de 800 mujeres y hombres que buscamos el talento sin género, que es nuestra máxima, y hacemos networking entre nosotras.
En todo este camino, ¿qué mujer o historia le ha marcado?
Cuando empezamos la asociación nos encontrábamos muy solas. Piensas que igual eres la única que tiene problemas, pero cuando hablas con otras mujeres ves que son comunes y te empoderas viendo cómo han superado las dificultades. Genera muchísima autoconfianza cuando ves compañeras de clase que se incorporan en consejos de administración. Como referente mencionaría a Nerea Torres, presidenta de EJECON, que está en varios consejos de administración y es una persona muy generosa a la hora de compartir sus logros con los demás.
«Me gusta utilizar mis clases para hablar de género y diversidad»
Desde su experiencia como docente, ¿cómo cree que perciben los jóvenes la brecha de género?
Doy la misma asignatura, ‘Fundamentos de dirección de empresas’, en la Universidad Complutense y en el campus de Madrid de la Geneva Business School, donde tengo alumnos de Egipto o Rusia. Me llama mucho la atención que en ambas clases, cuando hablamos de gestión de la diversidad se sorprenden ellos mismos de lo sesgados que están en temas de género. En los ejercicios, asocian el poder o el dinero al masculino y la belleza o la sensibilidad al femenino, pero al final reaccionan y lo cambian a la casilla neutral. Me gusta utilizar mis clases para hablarles de género, pero también de diversidad funcional, geográfica o cultural.
¿También sigue esta línea en los libros que ha publicado?
Los libros, RRelatos HHumanos y RRetratos HHumanos, los he escrito con otros diez directores de recursos humanos y hemos querido hablar de los sentimientos dentro de las empresas. Yo en mi capítulo muestro cómo una directora de recursos humanos vive una soledad que la dificulta el día a día y tiene problemas para que la entiendan o la tomen en serio. En la primera novela estábamos en la etapa de los ERE y contamos qué le pasa a la gente cuando la despiden. En el segundo hablamos de cómo rehacen su vida las personas. En las empresas, muchas veces olvidamos que primero somos personas y luego trabajadores, pero si consigues manejar bien los sentimientos al final eres mucho más productivo.
Ya bajo el prisma del 8-M, ¿qué diferencias encuentra en el movimiento feminista de su generación y en el actual?
Cuando era joven no era consciente de que había feminismo. Ahora destacaría que ha unido a varias generaciones. Incluso ves cómo las abuelas están muy activas y apoyan a las jóvenes con esta inquietud de los movimientos feministas. Yo el día 7 voy a participar en un mentoring walk promovido por Voces Vitales, una organización que fundó Hillary Clinton en los 90 para empoderar a las chicas. Unen a mentoras y mujeres jóvenes en parejas y dan un paseo en el que te cuentan cuáles son sus problemas. Te pones como referente visible y le transmites tu experiencia, que no tus consejos porque el mentoring no consiste en eso. Somos un poco su brújula.
«Cuantas más mujeres participen activamente en la asociedad, esta será de mayor bienestar»
¿Qué queda por hacer?
Queda meter más a los hombres. Los mayores logros en la lucha feminista se pueden conseguir incorporando a hombres que estén fieles a nuestra causa. El otro día, Antonio Garrigues Walker decía claramente: “A nadie le gusta que le quiten el poder”. Si no consigues que los hombres tengan claro que deben compartir el poder que han tenido durante miles de años, va a ser muy difícil que sigamos avanzando. El poder debe ser compartido. Cuantas más mujeres participen activamente en la sociedad, será de mayor bienestar. La sociedad avanza cuantos más individuos avanzan.
Después de una trayectoria vital tan amplia, ¿con qué papel o mensaje le gustaría ser asociada?
Yo siempre digo que mi leitmotiv es que “sin cambio personal no hay cambio cultural”. Si quiero que las cosas cambien, muchas veces el cambio tiene que empezar por mí misma. Hay muchísimas mujeres brillantes que no son conocidas porque no les damos visibilidad y es importante que la tengan porque nos sirven de inspiración. Probablemente, habrá compañeras que lean esta entrevista y me gustaría decirles que no hace falta venir de una familia con muchísimo dinero para llevar una empresa. Se puede conseguir con esfuerzo, suerte y con mucha ayuda de personas generosas.